Deborar un trozo de bizcocho de chocolate es un placer. Indudablemente, disfrutar de un concierto de Sabina, también. Y es que a veces pasan estas cosas. Vas a un concierto, no digo que predestinada a aburrirte, pero sí con pensamiento de bueno, vale, es un concierto. Pero pasa. Pasa que se convierte en una gran noche. Pasa que este artista cabronazo con sesenta años quemó el escenario durante dos horas y media. Pasa que te das cuenta de que tienes que escuchar a Joaquín Sabina más y mejor. Pasa que es un poeta descarado. Pasa que es increíble y te deja boquiabierta. Cosas que pasan...
Dormir contigo es repetir francés en
una facultad
donde un Miró parece una esquela
y enseñan cuánto mide la oscuridad:
sumando pesadillas y duermevelas.
1 comentarios:
Sabina es grande... muy, muy grande. Me alegra ver que disfrutaste del concierto!
Publicar un comentario